Historia
En un principio el territorio ruandés estaba habitado por los pigmeos de origen twa, que se dedicaban especialmente a la caza. En el siglo XI, estos recibieron a los hutus, que se establecieron de forma sedentaria y convivieron con ellos en paz. En el siglo XIV llegaron granjeros tutsis a la zona y pasaron a formar parte de una sociedad constituida por twas y hutus. En el siglo XVI los tutsis comienzan una campaña militar contra los hutus y se convierten en señores de la mayoría hutu en algo así como una sociedad de señores feudales con un rey, mwami. A finales del siglo XIX, los alemanes conquistaron el país. Tras la Primera Guerra Mundial la Sociedad de Naciones entregó el territorio a los belgas y tras la Segunda Guerra Mundial la ONU con ayuda belga pasaría a dominar el territorio. Los belgas agudizaron las diferencias de clase señalando a un tutsi con menos de diez vacas como un hutu y consecuentemente imponiéndole trabajos forzados. Hasta 1950 la educación estaba disponible solo para los tutsi.
El rey Mutara III Rudahigwa, que había gobernado durante cerca de tres decenios, murió en 1959 y los tutsi obtuvieron el poder. Esto contribuyó a una serie de rebeliones de los hutu, que demandaban igualdad de derechos, en las cuales decenas de miles de tutsi perecieron. En 1961, con el apoyo de los colonos belgas, la mayoría hutu tomó el control del gobierno, aboliendo la monarquía tutsi y declarando la república de Ruanda.
La independencia de Ruanda no fue reconocida internacionalmente hasta el primero de julio de 1962, cuando Ruanda y su vecino Burundi lograron formalmente su independencia.
Más de la mitad de los tutsi de Ruanda huyeron del país entre 1959 y 1964. El general Juvenal Habyarimana, de la etnia hutu, tomó el poder en un golpe de estado en 1973 en medio de otro período de conflicto étnico. Habyarimana logró triunfar en la guerra civil y permaneció como presidente; para 1978 promulgó una nueva constitución.
Habyarimana tenía un control absoluto sobre el país. Además de ser presidente del país, dirigía al partido político hegemónico y era el jefe supremo de las fuerzas armadas. Gracias a este control fue reelegido en 1983 y 1988.
En octubre de 1990 ruandeses exiliados, opositores al régimen de Habyarimana, organizados en el Frente Patriótico Ruandés (FPR) y su brazo armado, el Ejército Patriótico Ruandés (APR, Armée Patriotique Rwandaise), invadieron el país con el apoyo de Uganda, iniciando una guerra civil para derrocar al régimen. Habyarimana fue flexible e inició una serie de reformas políticas que derivaron en la redacción de una nueva constitución en 1991.
Pero desde 1991 el régimen de Habyarimana había incrementado la represión a la población en una guerra de baja intensidad para acabar con la oposición tutsi, utilizando el racismo como eje, e instigando y encubriendo las masacres masivas de dichas poblaciones.
Los asesinatos fueron perpetrados por grupos paramilitares (principalmente los Interahamwe e Impuzamugambi, grupos originalmente organizados en el sector juvenil de los partidos políticos hutu). Los paramilitares hutu eran más de 30.000, recibieron entrenamiento militar del ejército ruandés y el apoyo/encubrimiento del régimen de Habyarimana.
A través de la Estación de radio "Des Mille Collines", una estación privada, se difundía impunemente la propaganda racista y genocida en contra de los tutsi. La radio en Ruanda tiene un papel central en la comunicación, ante el pobre desarrollo de los periódicos y la escasa penetración de la televisión. La Estación "Des Mille Collines" alentaba en su programación diaria a los hutu a asegurarse de que los niños tutsi también fueran asesinados y a llenar las tumbas cavadas para enterrar a los tutsi. La radio también inició una campaña en contra del FPR y de todos los partidos de oposición.
El gobierno de Habyarimana introdujo nuevamente las tarjetas de identidad étnica, usadas por los belgas en los años 30. Estas tarjetas permitieron a los paramilitares elegir fácilmente a sus víctimas. Los paramilitares pronto cerraron carreteras y revisaban a cada persona que pasaba para eliminar a los tutsi.
El gobierno creó además listas de personas que deberían ser asesinadas, identificando en ellas a los partidarios de la transición política, a los adversarios políticos, a aquellos involucrados en el movimiento de Derechos Humanos, etc. Incluso algunos hutu proclives a la reforma fueron condenados a muerte. En esas listas se incluía a la totalidad de la población tutsi.
En abril de 1992 se integró un gabinete de transición multipartidista para gobernar el país. Las medidas tomadas propiciaron la firma de un acuerdo de paz entre el gobierno de Habyarimana y los rebeldes del FPR en Arusha (Tanzania), en agosto de 1993.
Poco más tarde, en 1994, comenzó el Genocidio de Ruanda el cual puede considerarse el más sanguinario de la historia en proporción a su duración. En sólo 100 días se cometieron más de 800.000 asesinatos. Los Tutsi del Frente Patriótico Ruandés decidieron reiniciar su ofensiva, que les permitió hacerse con el control de todo el país a mediados de julio. La respuesta internacional al genocidio era limitada, con grandes poderes reacios a fortalecer la fuerza de paz de la ONU ya sobrecargada. Cuando el FPR tomó el poder, alrededor de dos millones de hutus huyeron a los países vecinos, en particular a Zaire, por temor a represalias. Además, el Frente Patriótico Ruandés fue dirigido por un beligerante clave en la Primera y la Segunda Guerra del Congo en Ruanda. Un período de la reconciliación y la justicia comenzó con la creación del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) y la reintroducción de Gacaca, un sistema tradicional tribunal popular de aldea.
Económicamente, durante la década de 2000, el país prosperó notablemente. El número de turistas y el Índice de Desarrollo Humano crecieron rápidamente. Entre 2006 y 2011 la tasa de pobreza se reducjo de un 57 a un 45 por ciento, y las tasas de mortalidad infantil se redujeron de 180 por 1.000 nacidos vivos en 2000 a 111 por 1.000 en 2009. Persistentes esfuerzos de reforma económica y política dieron a Ruanda algunos de los más bajos índices de corrupción en África, hasta el punto que hoy día se considera casi desconocido el soborno. Los ingresos se han duplicado entre 1994 y 2012, pero la electricidad sigue siendo escasa y costosa, y el transporte interno sigue siendo difícil. El estado de derecho y los esfuerzos para eliminar la burocracia han generado un buen entorno para los de negocios, por lo que los periodistas llaman a Ruanda el "Singapur de África".
Source: https://es.wikipedia.org/wiki/Ruanda