Historia

Etimología

Cale, la actual ciudad de Vila Nova de Gaia, ya era conocida como Portucale desde los tiempos de los Godos y de los Suevos.​ En el siglo V, durante la invasión de los Suevos, Idácio de Chaves ya escribe sobre un lugar llamado Portucale, a donde huyó Requiario, sin embargo en ese momento no era más que el nombre de una población en las cercanías de Oporto:

No será hasta el siglo IX en que la denominación portucalense y derivados comience a ser usada para designar al territorio del actual norte de Portugal desembocando con la creación del Condado Portucalense.

En un escrito del año 841, aparece por primera vez la mención de la provincia «portucalense». Lo firma Alfonso II de Asturias que ampliaba la jurisdicción espiritual del obispo de Lugo y dice:

El Condado Portucalense o condado de Portugal se mantendrá como parte integrante de los reinos de Asturias, Galicia o León hasta que en 1139 Alfonso I de Portugal se proclame rey pasando de condado a Reino de Portugal. En los siglos venideros el reino se expandirá hacia el sur por las tierras de la antigua Lusitania.

No obstante, hay estudiosos que afirman que el nombre «Portugal» proviene de «Portogatelo», nombre dado por un jefe proveniente de Grecia llamado Catelo que desembarcó y se estableció cerca de la actual Oporto.​ La primera vez que el nombre de Portugal apareció como elemento de raíz heráldica fue en una carta de donación de la iglesia de São Bartolomeu de Campelo por Alfonso I de Portugal en 1129.​

Primeros pobladores

La prehistoria de Portugal está unida a la de la península ibérica. Hacia el año 10 000 a. C. los íberos comenzaron a poblar el interior de las tierras de la península a la que darían nombre. Entre el 4000 a. C. y el 2000 a. C., Portugal y Galicia vieron como se desarrollaba una cultura megalítica original, con respecto al resto de la península, caracterizada por su arquitectura funeraria, sus rituales propios y por la práctica de la inhumación colectiva. Aún se pueden encontrar monumentos de entonces, sobre todo en el Alentejo: el crómlech de los Almendros, cerca de Évora, los del valle Maria do Meio o de Portela de Mogos, así como el dolmen de Zambujeiro.​

En la Edad del Bronce hubo unos primeros contactos marítimos entre el litoral atlántico y el de las islas británicas, mientras que el sur de la península empezaba sus relaciones comerciales con el Mediterráneo: griegos y fenicios, provenientes del actual Líbano, así como sus descendientes, los cartagineses.​ Esto trajo consigo la instalación de los primeros puestos comerciales semipermanentes.​ El motor de este comercio era la riqueza de la península en metales (oro, plata, hierro y estaño) así como el salado de pescado atlántico, que gozaba de gran reputación en el Mediterráneo. Los fenicios fueron, precisamente, los que fundaron Lisboa alrededor del año 1000 a. C.​ La leyenda dice que fue Ulises quien le dio nombre.​

Durante la Edad del Hierro, un pueblo indoeuropeo se estableció por toda la región: los celtas. Estos ocuparon todo el territorio hoy conocido como Portugal, vivieron en pequeños núcleos de población aislados que se encontraban en los puntos altos con casas circulares o castros y practicaron la agricultura y la ganadería.​ Con su dominio del hierro los trabajos de la tierra fueron más eficaces, las cosechas aumentaron y mejoraron las condiciones de vida y la demografía.

Los cartagineses llegaron a la península ibérica el s. III a. C., atraídos por sus recursos mineros, pesqueros y por la reputación de los guerreros íberos. Ocuparon el sur de Portugal y, aliados con los lusitanos de origen celta, formaron la primera resistencia a la invasión romana de la península. No obstante, tras las guerras púnicas los cartagineses fueron derrotados y los romanos incorporaron la región a su imperio como Lusitania, a partir de 45 a. C.​ Tras la disolución del imperio romano en el siglo V d. C. Lusitania fue invadida por pueblos como los suevos, los vándalos, los alanos, los burios y los visigodos hasta que, finalmente, fue conquistada por los árabes. En 868, durante la Reconquista, se formó el condado Portucalense, que fue incorporado al Reino de Galicia en 1071.​

Formación y consolidación del reino

Mucho antes de que Portugal lograra su independencia hubo algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia, por parte de los condes que gobernaban las tierras del condado de Galicia y de Portucale. Con la idea de acabar con este clima independentista de la nobleza local en relación al dominio leonés, el rey Alfonso VI de León entregó el gobierno del condado de Galicia, que en aquel momento incluía las llamadas «tierras de Portucale», al conde Raimundo de Borgoña. Tras muchos fracasos militares de Raimundo contra los árabes, Alfonso VI decidió dar en 1096 al primo de este, el conde Enrique de Borgoña, el gobierno de las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Con el gobierno del conde Enrique de Borgoña, el condado conoció no solo una política militar más eficaz en la lucha contra los árabes, sino también una política independentista más activa.

Tras su muerte y la llegada al poder de su hijo Alfonso Enríquez, Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III en la bula Manifestis Probatum en 1179. Posteriormente, conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora.​ Una vez acabada la Reconquista portuguesa en 1249, la independencia del nuevo reino fue puesta en entredicho varias veces por el reino de Castilla. En una de estas situaciones de conflicto con el reino de Castilla, el rey Dionisio I de Portugal firmó junto al rey Fernando IV de Castilla (que era representado, al ser menor de edad, por su madre la reina María de Molina) el Tratado de Alcañices, en el cual se estipulaba que Portugal suprimía los tratados acordados en contra del reino de Castilla por el apoyo al infante Juan de Castilla. En este tratado se establecía entre otras cosas la delimitación fronteriza entre los entonces reinos de Portugal y de León, en la que se incluía la cuestionada localidad de Olivenza. La primera fue debida a la crisis sucesoria abierta tras la muerte de Fernando I de Portugal, que acabó con la victoria portuguesa en Aljubarrota en 1385.​

La Era de los Descubrimientos y la dinastía felipina

Con el final de la guerra, Portugal inició un proceso de exploración y expansión conocido como «Era de los Descubrimientos», cuyas figuras destacadas fueron el infante Enrique el Navegante y el rey Juan II. Tras la conquista de Ceuta en 1415 y el paso del cabo Bojador por Gil Eanes, la exploración de la costa africana continuó hasta que Bartolomé Díaz comprobó en 1488 la comunicación entre los océanos Índico y Atlántico al doblar el cabo de Buena Esperanza.​ En poco tiempo los portugueses descubrieron rutas y tierras en Norteamérica, Sudamérica y Oriente, en su mayoría durante el reinado de Manuel I, el Aventurero. La expansión hacia Oriente, sobre todo gracias a las conquistas de Alfonso de Alburquerque, concentró casi todos los esfuerzos de los portugueses, aunque en 1530 Juan III inició la colonización de Brasil.​ Las riquezas allí encontradas hicieron que los portugueses se centraran en el Nuevo Mundo, con la consiguiente pérdida de otras plazas en el Índico, como Ormuz, frente a otras potencias europeas.[29]

El país tuvo su «siglo de oro» durante esta época. Sin embargo, en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, en 1578, murieron el joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa. Subió al trono el rey cardenal Enrique, que murió dos años después, con lo que se abrió la crisis sucesoria de 1580, que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Felipe II de España fue el primero de tres reyes españoles.​ Privado de una política exterior independiente y envuelto en una guerra junto con España contra los Países Bajos, el país sufrió grandes reveses en su imperio y perdió el monopolio del comercio en el Índico.​

La unión con España acabó el 1 de diciembre de 1640. La nobleza nacional, tras haber vencido a la guardia real en un repentino golpe de Estado, depuso a la duquesa gobernadora y virreina de Portugal Margarita de Saboya y coronó a Juan IV como rey de Portugal.​ Se inició así la Guerra de Restauración portuguesa, que se prolongó hasta 1668, año en que se firmó el tratado de Lisboa, por el cual el rey español Carlos II reconoció la independencia de Portugal.​

Restauración, absolutismo y liberalismo

El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII fueron testigos del florecimiento de la minería en Brasil: el descubrimiento de oro y piedras preciosas convirtió a la corte de Juan V en una de las más opulentas de Europa. Estas riquezas sirvieron para pagar productos importados, en su mayoría de Inglaterra, ya que no existía industria textil en el reino y las telas eran importadas de las Islas Británicas. El comercio exterior se basaba en la industria del vino y los esfuerzos para invertir la situación con grandes reformas mercantiles del marqués de Pombal, ministro entre 1750 y 1777, impulsaron el desarrollo económico durante el reinado de José I. Fue durante este reinado cuando un terremoto devastó Lisboa y el Algarve, el 1 de noviembre de 1755.​

Para no romper la alianza con Inglaterra, Portugal rechazó unirse al bloqueo continental, por lo que fue invadida por los ejércitos napoleónicos en 1807. La corte de la familia real se refugió en Brasil y la capital se trasladó a Río de Janeiro hasta 1821. Ese año, Juan VI, desde 1816 rey del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, regresó a Lisboa para jurar la primera constitución portuguesa. Al año siguiente, su hijo Pedro fue proclamado emperador de Brasil y declaró su independencia con respecto a la metrópolis.​

Durante el resto del siglo XIX Portugal vivió períodos de enorme perturbación política y social, como la guerra civil y las repetidas revueltas y pronunciamientos militares como la revolución de Septiembre, la de Maria da Fonte, la de Patuleia, etc. Gracias al Acto Adicional a la Carta Constitucional de 1852 fue posible un periodo de paz interna así como el inicio de las políticas de obras públicas lideradas por Fontes Pereira de Melo.​ A finales del s. XIX las ambiciones coloniales portuguesas chocaron con las inglesas, lo que provocó el ultimátum británico de 1890.​ La cesión a las exigencias británicas y los crecientes problemas económicos causaron a la monarquía un descrédito creciente, que culminó con los asesinatos de Carlos I y el príncipe heredero Luis Felipe el 1 de febrero de 1908. La monarquía se mantuvo en el poder durante dos años más, encabezada por Manuel II, pero fue abolida el 5 de octubre de 1910, implantándose en su lugar la república.​

República, Estado Nuevo y democracia

El rey salió hacia el exilio en Inglaterra tras la instauración de la república.​ Después de varios años de inestabilidad política, con luchas de trabajadores, tumultos, levantamientos, homicidios políticos y crisis financieras, problemas agravados por la participación portuguesa en la Primera Guerra Mundial, el ejército tomó el poder en 1926. Dos años más tarde, el régimen militar nombró ministro de Finanzas a António de Oliveira Salazar, profesor de la universidad de Coímbra, que en 1932 se convirtió en presidente del consejo de ministros.​

Salazar restauró las finanzas e instituyó el Estado Nuevo, régimen autoritario de corporativismo de Estado con un partido único y sindicatos estatales, además de una afinidad fascista bien marcada, al menos hasta 1945,​ cuando tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Salazar sufrió presiones para transformar Portugal en una democracia. En 1968, apartado del poder por una enfermedad, fue sucedido por Marcelo Caetano.​

El rechazo del régimen a la descolonización de las provincias ultramarinas supuso el inicio de la guerra colonial primero en Angola (1961), y poco después en Guinea-Bisáu (1963) y Mozambique (1964). A pesar de las críticas de algunos de los oficiales del ejército más veteranos, entre los cuales se encontraba el general António de Spinola, el gobierno se mantuvo firme en su decisión de continuar con esta política.​ Este último publicó un libro, Portugal y el futuro, en el que afirmaba que la guerra colonial era insostenible, por lo cual fue destituido. Este hecho aumentó el malestar entre los oficiales más jóvenes del ejército, que el 25 de abril de 1974 dieron un golpe de Estado, conocido como la Revolución de los Claveles.​

A esta revolución le siguió un periodo de enfrentamientos políticos muy encendidos entre las fuerzas sociales y políticas, llamado Proceso Revolucionario en Curso, que tuvo su punto álgido en el llamado verano caliente de 1975, durante el cual el país estuvo a punto de caer en un nuevo periodo de dictadura, esta vez de orientación comunista. En este periodo, Portugal reconoció la independencia de todas sus antiguas colonias de África.​

El 25 de noviembre de 1975 los paracaidistas y la policía militar de la Región Militar de Lisboa, aliados con diversos sectores de la izquierda radical, llevaron a cabo una tentativa de golpe de Estado sin un liderazgo claro. El grupo de los Nueve reaccionó poniendo en práctica un plan militar de respuesta, liderado por António Ramalho Eanes, que resultó un éxito. Al año siguiente se consolidó la democracia y el propio Ramalho Eanes fue nombrado presidente, el primero elegido por sufragio universal. Se aprobó una constitución democrática y se establecieron los poderes políticos locales —las autarquías— y los gobiernos autónomos regionales de Azores y Madeira.​

Entre las décadas de 1940 y 1960, Portugal fue miembro cofundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la EFTA (1960), de la que se salió en 1986 para adherirse a la entonces CEE.​ En 1999, Portugal se adhirió a la zona Euro​ y ese mismo año entregó la soberanía de Macao a la República Popular China.​ Desde su adhesión a la UE, el país ha presidido el Consejo Europeo tres veces, la última en 2007 cuando presidió la ceremonia de la firma del tratado de Lisboa.​

Gobierno y política

En Portugal la ley principal es la constitución, que data del año 1976 y que regula todas las demás. El resto de leyes relevantes del estado luso son el Código Civil (1966), el Código Penal (1982), el Código de Comercio (1888), el Código de Proceso Civil (1961), el Código de Proceso Penal y el Código del Trabajo. Todos estos códigos han sido revisados desde que se publicaron originalmente.​

Existen cuatro órganos de soberanía que son el presidente de la república, la Asamblea de la República, el gobierno y los tribunales. El país tiene un régimen semipresidencialista que en las sucesivas reformas constitucionales está reduciendo el poder del presidente de la República.​

El presidente de la República es el jefe de Estado, elegido por sufragio universal para un mandato de cinco años. Ejerce una triple función: controla la actividad del gobierno, es comandante supremo de las fuerzas armadas y representa formalmente el estado portugués en el exterior. Reside oficialmente en el palacio de Belém, en Lisboa.​

La Asamblea de la República, que se reúne en el palacio de São Bento en Lisboa, se elige para un mandato de cuatro años. Está compuesta por 230 diputados, pero puede varíar entre 180 y 230. El país está dividido en 22 circunscripciones electorales y los diputados son elegidos mediante un sistema de representación proporcional. El presidente de la República es el encargado de disolver el parlamento, convocar nuevas elecciones.​

El gobierno está dirigido por el primer ministro, que ha sido siempre el líder del partido más votado en cada elección legislativa y es designado por el presidente de la República para formar gobierno. El primer ministro nombra también a los restantes ministros​ y vive en la residencia oficial del primer ministro, cerca del palacio de São Bento en Lisboa.​

Los tribunales administran la justicia en nombre del pueblo, defienden los derechos e intereses de los ciudadanos, impiden la violación de la legalidad democrática y dirimen los conflictos de interés que pueden existir entre las diferentes instituciones. La constitución portuguesa establece los siguientes tribunales: el Tribunal Constitucional, el Supremo Tribunal de Justicia y los tribunales judiciales de primera instancia (Tribunales de Comarca) y de segunda instancia («Tribunal de Relación»); el Supremo Tribunal Administrativo y los tribunales administrativos y fiscales de primera y segunda instancia (Tribunales Centrales Administrativos) así como el Tribunal de Cuentas.​

Desde 1975, el panorama político portugués ha estado dominado por dos partidos: el Partido Socialista (PS) y el Partido Social Demócrata (PSD). Estos partidos gobiernan la mayor parte de los municipios desde la instauración de la democracia. No obstante, partidos como el Partido Comunista Portugués (PCP), que dirige algunos municipios y tiene gran influencia en el movimiento sindical, o el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP), que ha gobernado el país coaligado tanto con el PS como con el PSD, también detienen cierta importancia. Además de estos, tienen representación parlamentaria el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Ecologista "Os Verdes" (PEV).​

Las últimas elecciones legislativas se celebraron el 4 de octubre de 2015. La participación fue del 55,86 % y los resultados fueron los siguientes:

  • PàF - Coalición PSD / CDS-PP, 36,86 % (102 diputados, incluyendo 84 diputados de PSD y 18 de CDS-PP).
  • Partido Social Demócrata (fuera de la coalición PàF solo en Azores y Madeira), 1,50 % y 89 diputados (incluyendo 5 en Madeira y Azores).
  • Partido Socialista, 32,31 % y 86 diputados (con el apoyo parlamentario del BE y PCP-PEV).
  • Bloque de Izquierda, 10,19 % y 19 diputados.
  • Centro Democrático Social-Partido Popular (fuera de la coalición PàF solo en Azores y Madeira), 0,14 % y 18 diputados.
  • Coalición Democrática Unitaria (Partido Comunista Portugués-Partido Ecologista-Los Verdes), 8,25 % y 17 diputados.
  • Personas-Animales-Naturaleza, 1,39 % y 1 diputado.

Relaciones exteriores

Portugal posee la alianza más antigua del mundo que aún está en vigor: la alianza anglo-portuguesa, firmada con Inglaterra en 1373.​ El país es, asimismo, miembro fundador de la OTAN (1949), la OCDE (1961) y la AELC (1960), que abandonó en 1986 para unirse a la Unión Europea​ y también es fundador de la Agencia Internacional de las Energías Renovables.​ En 1996 cofundó la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP)​ para mejorar sus lazos con el resto de los países donde el idioma oficial es el portugués.

Portugal es miembro de la Unión Europea desde 1986 y el 25 de junio de 1992 firmó el Acuerdo de Schengen. Ha ocupado la presidencia del Consejo Europeo en tres ocasiones (1996, 2000 y 2007). En 2007, la última vez que el país ocupó la presidencia del Consejo de Europa, se firmó el Tratado de Lisboa.​

Portugal es un país activo dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ha enviado tropas en misión de paz a los Balcanes. Junto con España, Portugal forma parte de la Cumbre Iberoamericana,​ cuyo objetivo principal es ampliar los nexos de unión entre las naciones ibéricas y las naciones iberoamericanas. También ayudó económica y militarmente a Timor Oriental, una antigua colonia, para lograr su independencia de Indonesia, apoyando a la joven nación en las negociaciones con otros países asiáticos y en las deliberaciones de las Naciones Unidas.​

El único litigio internacional que Portugal mantiene es con respecto al municipio español de Olivenza, que perteneció a Portugal desde 1297 hasta 1801, año en que fue cedido a España en virtud del tratado de Badajoz, que puso fin a la Guerra de las Naranjas. Portugal alegó en 1815 que le pertenecía la soberanía sobre este territorio según lo firmado en el Congreso de Viena.​ Asimismo, existió un litigio por las Islas Salvajes aunque España ya le reconoce la soberanía pero aun así sigue habiendo problemas con respecto a las delimitaciones de las ZEE.​ A pesar de todo, las relaciones diplomáticas bilaterales entre los dos países ibéricos son cordiales.​

Fuerzas armadas y seguridad

Las fuerzas armadas de Portugal tienen tres ramas: Ejército, Marina y Fuerza Aérea.​ El ejército portugués sirve principalmente como una fuerza de autodefensa, cuya misión es proteger la integridad territorial del país, prestar asistencia humanitaria y garantizar la seguridad de sus intereses en el extranjero.​ Desde 2004, el servicio militar no es obligatorio. Asimismo, la edad para el reclutamiento voluntario se ha fijado en 18 años.​​ En 2010, el número de efectivos militares en Portugal era de 50.000 militares, de los cuales 7500 (15 %) eran mujeres.​ El presupuesto de Defensa para 2012 es de 2216 millones de euros y significó una rebaja de cerca del 4 % con respecto al año anterior.​

En el siglo XX, Portugal participó en dos grandes intervenciones militares: la Primera Guerra Mundial y la guerra colonial portuguesa (1961-1974).​ El descontento provocado por guerra colonial fue un factor clave en la sublevación de parte del ejército el 25 de abril de 1974, la que provocó la caída de Marcelo Caetano y la consiguiente llegada de la democracia a Portugal con la aprobación de la Constitución portuguesa de 1976, aún en vigor.​

En los últimos años, ha colaborado en misiones de mantenimiento de la paz en Timor Oriental, Bosnia, Kosovo, Afganistán, Irak (específicamente en Nasiriya) y en Líbano.​ Más recientemente, en 2011, ha participado en la Operación Atalanta cuyo objetivo es combatir la piratería marina en las costas de Somalia.​ Los Estados Unidos mantienen una presencia militar en Portugal con 770 efectivos en la base de Lajes en las islas Azores. La base emplea a 683 portugueses y es la principal fuente de trabajo de la isla de Terceira por detrás de la Administración Pública.​

La seguridad de la población está a cargo de la Guarda Nacional Republicana (GNR) y de la Policía de Seguridad Pública (PSP).​​ Además de estos cuerpos, Portugal cuenta con la Policía judicial (PJ), que es el principal órgano policial de investigación criminal del país y que fue creado para combatir el crimen organizado, el terrorismo, el tráfico de estupefacientes, la corrupción y los delitos económicos y financieros. La Policía judicial forma parte del Ministerio de Justicia y actúa bajo las órdenes del Ministerio Público.​

Derechos humanos

Es de considerar que una de las mayores asociaciones a favor de los derechos humanos en el mundo, Amnistía Internacional, tiene su origen en un hecho acaecido en Portugal. En 1961, el abogado inglés Peter Benenson empezó una campaña llamada «Appeal for Amnisty», con la publicación del artículo «The forgotten prisioners» en el periódico The Observer. Este artículo hacía mención al encarcelamiento de dos estudiantes portugueses por brindar por la libertad. Esta campaña fue el germen de la asociación, que cuenta hoy en día con más de dos millones de miembros.​

El informe de 2008 de Amnistía Internacional denunció algunos casos de violencia policial sobre detenidos en Portugal. Asimismo, dejó constancia de la creación de una nueva ley de Inmigración, que otorgaba más derechos a los migrantes y ponía mayor énfasis en su lucha contra las mafias; de la creación de un nuevo plan general contra la violencia contra las mujeres (en 2006 murieron 39 mujeres a manos de sus parejas según datos del gobierno) y de la apertura de una investigación sobre presuntos vuelos de la CIA para entregas extraordinarias que hicieron escala en Portugal.​

En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia a los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Portugal ha firmado o ratificado:

Organización territorial

Las principales divisiones administrativas de Portugal son sus 18 distritos continentales y sus dos regiones autónomas (Azores y Madeira). Estos se subdividen a su vez en 308 concelhos o municipios y estos nuevamente en 4260 freguesías.​ Los distritos son la subdivisión del país más relevante y sirven de base para diferentes divisiones administrativas como las circunscripciones electorales.​ Antes de 1976, los dos archipiélagos atlánticos estaban integrados también en la estructura general de los distritos portugueses, aunque con una estructura administrativa diferenciada, tal y como aparecía en el Estatuto de los Distritos Autónomos de las Islas Adyacentes,[91]​ que le otorgaba unas Juntas Generales con competencias propias. Había tres distritos autónomos en las Azores y uno en Madeira:

  • Azores—Distrito de Angra do Heroísmo, Distrito da Horta y Distrito de Ponta Delgada.[91]
  • Madeira—Distrito do Funchal.[91]

Después de 1976, Azores y Madeira pasaron a tener estatuto de región autónoma y dejaron de estar divididas en distritos para pasar a tener un estatuto político-administrativo y órganos de gobierno propios.​ Actualmente la división administrativa de Portugal es la siguiente:​​

Áreas urbanas

Las áreas urbanas, que pueden definirse como unidades territoriales continuas formadas por la agrupación de concelhos,​ son otra forma de división administrativa portuguesa que se está implantando a diferentes velocidades. Existen dos tipos de áreas urbanas:

  • Grandes Áreas Metropolitanas (GAM) – área urbana compuesta por nueve o más concelhos, y con una población superior a 350 000 habitantes.​
  • Comunidades Intermunicipales (CIM) – área urbana compuesta por tres o más concelhos, y con una población de entre 10 000 y 100 000 habitantes electores.​